Enseñar a tomar: ¿Cuándo y cómo?

Vivimos en una sociedad con el alcohol altamente presente. Como padres muchas veces no nos damos cuenta lo presente que están las bebidas alcohólicas en nuestras vidas y por lo tanto en la de nuestros hijos. Muchos padres reconocen la necesidad de que éstos vayan construyendo una sana relación con el alcohol desde pequeños, desgraciadamente no siempre se hace esto de la mejor manera; y con información basada en mitos y creencias que, a corto o largo plazo, pueden terminar confundiendo más a nuestros hijos.

Por ello te presentamos algunos puntos a tener en cuenta, recordemos también que el alcohol, por pequeña que sea la dosis, puede afectar el sano desarrollo del sistema nervioso de los menores de edad y, por si fuera poco, es ilegal a su corta edad.

  1. No es buena idea “enseñarles a tomar” dándole “probaditas”.
    Las y los niños es probable que no tengan ningún deseo de probar bebidas alcohólicas, por lo que no es buena idea generarlo. Muchas veces creemos que si beben de poco en poco desde pequeños luego no tendrán la novedad de la bebida y no querrán tomar, pero sucede exactamente lo contrario; al beber desde pequeños con aprobación adulta, verán normal beber durante la adolescencia temprana. Procuremos no fomentar la bebida en sus vidas en nuestros esfuerzos por controlarla.
  2. Si un menor pregunta si puede beber alcohol, debemos contestar con franqueza
    A veces, llegada cierta edad, nuestros hijos nos preguntan a qué sabe el alcohol, o pedirá permiso para beberlo. No debemos prohibirlo tajantemente -porque entonces podríamos generar un efecto rebote en donde desean conocer aquello que se les prohíbe, sino que debemos contestarle con datos y sabiendo que también son seres humanos pensantes y que tienen la capacidad de entender razones. Por lo tanto, lo mejor es contestar “No, no puedes hasta que seas mayor de edad porque puede hacerte daño y afectar tu crecimiento. El alcohol es sólo para personas adultas sanas porque sus cuerpos lo pueden metabolizar correctamente”. En cualquier caso, asegurarle que podrá tomar cuando sea el momento adecuado, al cumplir 18 años.
  3. El ejemplo es lo más importante
    Un niño o niña que ve en casa una relación conflictiva con el alcohol pensará que ese es el modelo a seguir y es más probable que de grande reproduzca esos patrones. En cambio, si ve que en casa se bebe con moderación y responsabilidad sabrá de primera mano que no es necesario pasarse de copas para pasarla bien.
  4. Para hablar de alcohol, usa ejemplos externos
    En el caso de las y los adolescentes es importante no hablar del consumo problemático de bebidas de alcohol relacionándolo con sus amigos; en esa etapa de la vida el círculo social es sumamente importante y su primera reacción será defenderlo de manera irracional; en cambio usemos otros, que dejen muy claros los efectos negativos que conlleva el abuso del alcohol, quizás puedan encontrar algún personaje de películas que encaje como ejemplo de lo anterior.
  5. Escucha a tus hijos
    Como padres, muchas veces tememos lo peor y por lo tanto asustamos a nuestros hijos con escenarios tremendistas y regaños desproporcionados, por lo que empiezan a generar miedo hacia nosotros. Cambiemos esa estrategia; cuando llegue el momento de hablar de alcohol, antes de dejarnos llevar por el miedo, escuchemos sus dudas y respondámoslas con calma y datos objetivos. ¿Qué es el alcoholismo? ¿Por qué no puedo beberlo? ¿Qué puede pasar si me paso de copas? Hablemos de todo francamente. Sólo a través de la confianza mutua lograremos que nuestros hijos tengan una relación más sana con el mundo que les rodea.

Recuerda el alcohol les acompañará toda su vida, lo mejor es que lo conozcan desde la posibilidad más razonable, que no le teman, pero que tampoco lo consideren a la ligera.

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